domingo, 14 de junio de 2015

Buscando

La buscaba por todas las calles que solía frecuentar,
en las cafeterías en las que se pasaba las horas leyendo a sorbos a Salem, Ojeda o Marwan,
en las librerías donde siempre descubría nuevos mundos que conquistar y que le conquistaran.

La buscaba, pero no la encontraba.

La buscaba entre los cojines del sofá en el que se tumbaba a veces,
bajo las sábanas de la cama que la acogía y guardaba sus secretos más felices e inconfesables,
tras las sartenes que se dejaban manipular, serviciales, para cocinar su comida preferida.

La buscaba, pero no la encontraba.

La buscaba en los mensajes de texto guardados,
en los registros del Skype,
en las redes sociales
y hasta en los vídeos de Youtube.

La buscaba, pero no la encontraba.

Por fin, llegó el día en que, cansado y resignado, dejó de buscarla.


Y, ese día,
al abrir los ojos y mirar hacia adelante,

la encontró.

lunes, 8 de junio de 2015

Dentro de lo cotidiano

Un buenos días, princesa y un beso en la mejilla que certifican que no existe un desayuno tan bajo en calorías y que sacie tanto.

Una cama vuelta del revés que demuestra que lo anterior no es del todo cierto.

Un quisiera quedarme así para siempre durante un abrazo donde se han perdido, sin remedio, la fronteras entre ambos cuerpos. Viva metáfora del mundo que queremos y reivindicamos.

Una mirada cómplice que dice más que un millón de citas de Gabo.

Un beso por el que circula más energía , en constante viaje de ida y vuelta, que coches por la M30 en hora punta.

Una frase a dos tiempos, a dos voces, que demuestra la premisa del "alma que habita en dos cuerpos".

Un ¿Qué te pasa. Estás bien? que se podría traducir en nuestro idioma por un si te ocurre algo me voy contigo.

Una sonrisa pícara que derrotaría, en lo que dura el suspiro que provoca, al mismísimo ejército de Esparta.

Una canción en la radio que sintoniza la misma frecuencia en las dos emisoras más importantes del momento: tú y yo.

Un par de copas, en la terraza de un bar, que se van vaciando al mismo ritmo que nuestras preocupaciones.

Una risa espontánea, liberadora y perfectamente sincronizada, como los instrumentos en una banda sonora de Morricone.

Un no quiero que te vayas de ludópatas crónicos. De los que apuestan todo a un número. Siempre al mismo número.




Simplemente, cosas ordinarias capaces de añadir un extra delante del adjetivo cuando el sustantivo es la vida.