martes, 15 de septiembre de 2015

Palabras

Palabras.
Palabras que sirven para decir mucho o para no decir nada.
Palabras que te llevan, a través de viajes low-cost, a donde quieras.
   Las veces que quieras.
      Sin necesidad de pasaporte.
         Sin restricciones de equipaje.

Palabras que conmueven y que mueven el mundo hacia adelante.
   O también, por desgracia, hacia atrás.

Palabras que te hacen bailar cuando se hacen canción.
Palabras que te hacen vibrar cuando se hacen poesía.

Palabras que susurran la ternura y que gritan la violencia.
Palabras que susurran la mentira y que gritan el amor.

Palabras que se las lleva el viento porque,
muchas veces,
nada ni nadie las puede, ni las debe, contener.

Palabras que hieren.
Palabras que enamoran.
Palabras que llenan.
Palabras vacías.

Palabras.
Palabras.
Palabras.

domingo, 14 de junio de 2015

Buscando

La buscaba por todas las calles que solía frecuentar,
en las cafeterías en las que se pasaba las horas leyendo a sorbos a Salem, Ojeda o Marwan,
en las librerías donde siempre descubría nuevos mundos que conquistar y que le conquistaran.

La buscaba, pero no la encontraba.

La buscaba entre los cojines del sofá en el que se tumbaba a veces,
bajo las sábanas de la cama que la acogía y guardaba sus secretos más felices e inconfesables,
tras las sartenes que se dejaban manipular, serviciales, para cocinar su comida preferida.

La buscaba, pero no la encontraba.

La buscaba en los mensajes de texto guardados,
en los registros del Skype,
en las redes sociales
y hasta en los vídeos de Youtube.

La buscaba, pero no la encontraba.

Por fin, llegó el día en que, cansado y resignado, dejó de buscarla.


Y, ese día,
al abrir los ojos y mirar hacia adelante,

la encontró.

lunes, 8 de junio de 2015

Dentro de lo cotidiano

Un buenos días, princesa y un beso en la mejilla que certifican que no existe un desayuno tan bajo en calorías y que sacie tanto.

Una cama vuelta del revés que demuestra que lo anterior no es del todo cierto.

Un quisiera quedarme así para siempre durante un abrazo donde se han perdido, sin remedio, la fronteras entre ambos cuerpos. Viva metáfora del mundo que queremos y reivindicamos.

Una mirada cómplice que dice más que un millón de citas de Gabo.

Un beso por el que circula más energía , en constante viaje de ida y vuelta, que coches por la M30 en hora punta.

Una frase a dos tiempos, a dos voces, que demuestra la premisa del "alma que habita en dos cuerpos".

Un ¿Qué te pasa. Estás bien? que se podría traducir en nuestro idioma por un si te ocurre algo me voy contigo.

Una sonrisa pícara que derrotaría, en lo que dura el suspiro que provoca, al mismísimo ejército de Esparta.

Una canción en la radio que sintoniza la misma frecuencia en las dos emisoras más importantes del momento: tú y yo.

Un par de copas, en la terraza de un bar, que se van vaciando al mismo ritmo que nuestras preocupaciones.

Una risa espontánea, liberadora y perfectamente sincronizada, como los instrumentos en una banda sonora de Morricone.

Un no quiero que te vayas de ludópatas crónicos. De los que apuestan todo a un número. Siempre al mismo número.




Simplemente, cosas ordinarias capaces de añadir un extra delante del adjetivo cuando el sustantivo es la vida.







jueves, 28 de mayo de 2015

Un día de estos (Para Marwan)

Qué mejor forma de terminar un tremendo recital de poesía de Marwan, que con esta canción que os quiero compartir y que me emocionó un montón.
Disfruté anoche como nunca. Fue todo un placer conocer en persona a esta cantautor madrileño que, además de desbordar talento por todos sus poros, es un cachondo muy simpático y cercano.


Gracias, Marwan, por tu música, por tu poesía y por ser como eres. No dejes de regalarnos esos sentimientos hechos versos.

sábado, 23 de mayo de 2015

Mi Jornada de Reflexión

  Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que yo me declaraba apolítico por vocación y devoción.
  Dicho estatus se debía únicamente a un hecho muy simple: nada de lo que me proponían ninguno de los candidatos, a dirigir nuestros caminos y gestionar nuestros dineros, me convencía lo más mínimo, por lo que, mi interés ante semejante escenario era más bien nulo.

  Ha pasado el tiempo. La sociedad ha cambiado. Yo he cambiado  (y sigo cambiando, porque la vida es cambio y, si no es que estás muerto). Incluso la Iglesia, gracias al Papa Francisco, parece, por fin, estar cambiando. Sin embargo, si nos metemos en arenas políticas, siguen siendo igual de movedizas que siempre y agonizan de muerte por estancamiento.

  Alguno pensará que sí que han cambiado, a peor: corrupción, delitos, engaños,... 
  No nos engañemos. Esto ha sido así siempre. Lo que ocurre es que, en estos tiempos, donde el cuarto poder (que yo me tomo la libertad de generalizar como el de la información, no sólo la prensa), está haciendo todos los méritos para encaramarse al primer lugar del escalafón a golpe de sacar a la luz hechos a los que, hace años, resultaría impensable el tener acceso, lo estamos viendo todo, en ocasiones perplejos, en primera fila de butacas.

  A todo esto, podemos añadir la indolencia y pasotismo con el que se ha gestionado la condena al ostracismo de todos los super talentos que han tenido que dejar sus hogares y su país, para poder sobrevivir en un mundo en el que la demanda siempre supera con creces a la oferta, cuando, a nadie con dos dedos de frente se le escapa que esa gente es la más necesaria, y capacitada, para sacarnos a todoss del horizonte de sucesos donde estamos orbitando, impacientes y temerosos por ver si salimos del agujero negro o caemos irreversiblemente en él.

  Vemos también que, dos de los pilares fundamentales de una sociedad que pueda presumir, orgullosa, de ser avanzada, próspera y evolucionada, como son la sanidad y la educación, son tratados como peones en una partida de ajedrez político en la que su sacrificio no tiene más importancia que la puramenta estratégica para intereses a otros niveles, en los que no se nos incluye a ninguno de nosotros, los ciudadanos de a pie.

  Y muchas otras cosas que revuelven las entrañas al tener la ingenuidad de pensar que la ficción nunca podría superar a la realidad, y sabernos equivocados. 

   El caso es que todo este surrealismo ha obrado el poder mágico de tornar mi indiferencia en puro cabreo.

  Cabreo porque nunca me ha gustado que insulten mi inteligencia mintiéndonos, día sí, día también, a la mismísima jeta. 
  Cabreo porque se creen que, por estar aquí abajo, somos imbéciles o pueden hacer y deshacer con toda impunidad, sin consecuencia alguna.
  Cabreo porque lo que yo lucho, lo que todos luchamos, cada día con nuestro trabajo, lo malgastan de la peor manera posible o lo reinvierten en sus cuentas privadas, que es un buen eufemismo para la realidad de robar.
  Y cabreo porque no me gusta tener miedo por el futuro. Y, ahora, gracias a toda esa gente que está por ahí ,con sus sonrisas de portada de revista barata, sus campañas publicitarias y sus coloridos actos circenses, poniéndose a parir unos a otros, lo tengo. Y mucho.

  Aún así, votaré. sin dudarlo ni un segundo. Porque considero que es la principal vía, de las pocas que tenemos, para pronunciarnos y, además, porque creo que, también, es el argumento número uno para tener la cualificación moral de ejercer el derecho a la protesta en caso de que el resultado nos vuelva a salir rana.  

  Y que Dios nos coja confesados.


viernes, 22 de mayo de 2015

Recuerdos

Recuerdo una mirada
capaz de decir más cosas
que todos los malditos discursos de Castro juntos.

Recuerdo una sonrisa
que, ella sola, así, sin aditivos, podría iluminar
cien ciudades del tamaño de Nueva York.

Recuerdo un parque,
aunque no me preguntéis ni cómo era, ni quién más había allí,
porque sólo teníamos ojos y piel para nosotros.

Recuerdo unas manos entrelazadas,
como si fueran enredaderas trepando sin fin,
mediante nudos marineros imposibles de ser deshechos.

Recuerdo un vacío
que, como un conjuro sin antídoto, siempre nos aparecía
al pronunciar juntas las palabras hasta y mañana.

Recuerdo cientos de fotos en un album,
cada una tomada en un sitio distinto del mundo
pero, siempre con los mismos protagonistas,
como si fuésemos modelos
de un catálogo de una agencia de viajes.

Recuerdo unos besos
que, descubrimos enseguida,
resultaron ser el mecanismo secreto
para que se detuviese el tiempo.  

Recuerdo un te quiero, un te amo y un para siempre,
pero de los de verdad
no de los que duran lo que las promesas de un político.

Recuerdo también unas lágrimas,
pero no eran de tristeza,
sino de alegría por sentir que al corazón
se le quedaba pequeño el pecho
y quería salir a ver mundo.


Pero, si os tengo que ser sincero,
aún espero a que me ocurra todo eso,
ahora que lo recuerdo.

miércoles, 20 de mayo de 2015

En tantas cosas

En cada amanecer teñido de fuego
acompañado por la banda sonora
de la brisa a la orilla del mar.

En cada gota de lluvia que se desliza,
en carrera frenética, por el cristal de mi ventana
hasta fundirse en un mar
ansioso por cerrar un ciclo sin fin.

En la sonrisa impagable de un mendigo,
en pleno invierno, al recibir aquel abrigo,
que estaba fuera de moda y fuera de talla,
cuyo destino más probable habría sido
el contenedor de la basura.

En la danza hipnótica y llena de magia
de las auroras boreales y las australes que,
aunque bailen melodías diferentes,
nunca podré decantarme por una de ellas.

En cada una de las estaciones del año
con sus diferentes personalidades y manías,
con su carisma, su encanto
y sus cambios de humor, a veces exasperantes.

En la joven que cede su asiento
a esa señora inclinada
ante el peso de un pasado que ya pesa demasiado
y un presente lleno de bolsas
con los restos de una pensión insuficiente.

En ese paisaje en el que el cielo llora lágrimas emocionadas
al compartir escenario con el Astro Rey que, generoso,
las transforma en un arco de luces multicolor
que sirve, por un momento, como tiara
para su princesa que es la Tierra.

En cada uno de esos lugares te encuentro.
En cada una de esas situaciones te vivo.
En cada uno de esos instantes te amo.


lunes, 18 de mayo de 2015

Y punto

- ¿Y hasta que punto me quieres?

 - Hasta el punto donde se encuentran dos líneas paralelas.

viernes, 15 de mayo de 2015

La chica de la cafetería

Todas las tardes desde hace un mes coincido con ella en la misma cafetería.
Siempre sentada en el mismo lugar.
Nunca se han cruzado nuestras miradas pero, yo, no puedo apartar mis ojos de ella.
Desprende un aura que a mí se me asemeja a la de un ángel.
No, nunca he visto ningún ángel pero, si lo viese, debería ser como ella.

Juego a imaginar cómo le ha ido el día, en qué trabaja, si vive sola o cómo se llama.
Repito el juego cada tarde. Cada vez cambio la historia. Es como imaginar infinitos escenarios naturales pero, en todos, la misma flor perfecta presidiéndolos.
Cuando hago eso, siento como que la conozco de siempre, que es parte de mi vida.
Aunque no lo sea.
Aunque no la conozca.

Ese día sucede algo diferente. Ambos nos levantamos al mismo tiempo. Nada premeditado. Sólo la casualidad. O el maldito destino. Ella va hacia la salida y yo hacia el servicio.
El espacio entre mesas es estrecho y nos rozamos levemente con el hombro.
Mascullo una disculpa y me mira por primera vez.
Nuestros ojos se encuentran. Un segundo que se me antoja una eternidad. O igual soy yo el que quiere que no termine nunca.
Ella esboza, lo que me quiere parecer, una sonrisa y sigue su camino hacia la calle. Hacia su vida. Como si no hubiese pasado nada.
Pero ha pasado todo.

No sé por qué recuerdo esto hoy después de tantos años.
Quizás sea porque la echo de menos.
O quizás porque ese fue el momento en que me di cuenta que era el amor de mi vida (a ella le costó más tiempo).
O quizás por ambas.



Pero tiene que ser justo hoy, el día de su entierro.
El día en que ella sigue su camino hacia el otro lado. Hacia la otra vida. Como si no hubiese pasado nada.
Pero ha pasado todo.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Insomnio

La 1 de la mañana.
Los ojos abiertos en la oscuridad.
Una estupidez total, porque lo mismo vería si los tuviese cerrados.
En mi cabeza luchan por ganarse mi atención más pensamientos de los que puedo pensar.
Uno de ellos va escalando posiciones hasta captar mi interés: Mañana tengo que madrugar y no consigo pegar un maldito ojo.
Empiezo a hacer los cálculos que hace todo el mundo en estos casos:
Si me quedase dormido justo ahora, ¿cuántas horas de sueño salvaría?
Pero el justo ahora no llega nunca.
Las 3 de la mañana.
Intento vaciar mi mente de ruido y relajarme.
Ahora soy consciente del ruido fuera de mi mente.
Agua recorriendo ansiosamente las tuberías de algún vecino incontinente. Protestas de la madera ante los cambios de temperatura. Coches cuyos dueños sufren turnos inhumanos. Árboles que se balancean en una danza nocturna provocada por una música que no me apetece escuchar en este momento. El ladrido de un perro alarmado por alguna pesadilla de perros.
Y las agujas de mi reloj.
Ese tic-tac endemoniado que no hace sino volverme a recordar:
Si me quedase dormido justo ahora, ¿cuántas horas de sueño salvaría?
Las 5 de la mañana.
Siento cómo quiere empezar a conquistarme la ansiedad y me maldigo a mí mismo porque llevo toda la noche intentando evitarla.

E intentando dormir.

Joder, quiero dormir. Necesito dormir!!!
Lo grito dentro de mi cabeza con todas mis fuerzas. Siento incluso la tensión en mi cara al hacer ese esfuerzo y, de repente, como respondiendo a ese alarido, suena el despertador. Riéndose de mí.
Las 7 de la mañana.

No encuentro el suficiente vocabulario como para expresar todos los modos en los que quiero maldecir ese momento.
¿Cómo ha pasado tan rápido? ¿Cómo se me ha hecho tan largo?

Pero ya da igual.
Otra noche sin dormir.
Otra noche de sueños perdidos.
Otro pedazo de mi alma que se desvanece en el olvido.








lunes, 11 de mayo de 2015

Una tarde cualquiera

Caminan juntos, pero no muy juntos, casi sin mantener contacto físico el uno con el otro. Llevan toda la tarde charlando sobre esto y aquello. Compartiendo anécdotas y cotilleos. Riéndose de la vida y también, por qué no, de ellos mismos. Les encanta hacer eso.

La temperatura es agradable, ni demasiado frío ni demasiado calor. Simplemente agradable. Apenas corre el aire, nada más que lo justo, y se puede pasear plácidamente.
Tampoco hay demasiado tráfico, por lo que el sonido de los motores y los quejidos, llenos de iras y frustraciones personales, de las bocinas apenas pasan de lo normal.

Otra tarde más. Una tarde cualquiera.

Un semáforo en rojo les distrae por un momento del discurrir de su conversación.
Comienza una cuenta atrás de 60 segundos que ambos aprovechan para disfrutar de algo de silencio compartido, porque son de los que piensan que el silencio es una forma tan efectiva y divertida de pasar el rato como otra cualquiera.

Ella le coge la mano.

Y se miran.

En ese instante se produce el contacto y todo a su alrededor se desvanece. Ya no corre ni la más ligera brisa. Los conceptos de espacio y tiempo se vuelven esquivos, como si se vieran capaces de permanecer en ese estado durante toda una eternidad sin sufrir cambio alguno.
No hay más motores ni bocinas, ni siquiera existen los coches o la carretera o la gente que va de un lado para otro por la calle.

No hay 60 segundos. Ni cuenta atrás. Ni muñequito rojo en el semáforo.
Sólo son conscientes de ellos. Ya ni siquiera son dos individuos. Se saben dos partes de un mismo todo.
La fuerza que les hace mantener el contacto visual es tan intensa que ni, aunque realmente se esforzasen en ello, serían capaces de dirigir la mirada a otro punto diferente. En cualquier caso, piensan que es un esfuerzo inútil, porque no hay más realidad que la que tienen delante en esos momentos.

Además, saben que allí está todo lo que necesitan ver. Todo lo que quieren vivir. Su universo, infinito e infinitamente acogedor. Y sólo es para ellos. Y sólo es para siempre.

Pasa una eternidad. O lo que parece una eternidad en este estado intemporal. Y en esa eternidad se reconocen mutuamente. Sin decir una sola palabra. No hace falta. La información fluye de forma tan misteriosa como natural y sin la ayuda de ningún medio conductor. Aprenden todo el uno del otro. Aprenden todo de sí mismos. Es como ver una superproducción de más de tres horas en su versión extendida. Pero engancha, no cansa, y no quieren que esa película acabe jamás.

De repente, algo perturba esa proyección.

Algo choca levemente con ella. ¿O es alguien? . Definitivamente es alguien, porque oyen como se pronuncia una disculpa desganada.
El contacto se interrumpe. Regresan los sonidos que habían llegado a olvidar. Sienten el aire de nuevo en sus rostros. Miran hacia el semáforo, algo confusos al principio, como preguntándose de dónde ha salido ese objeto que antes no estaba ahí.
El tiempo vuelve a ponerse en marcha y deja de prestarles atención.
La cuenta atrás está en 2 segundos. 1 segundo. El muñequito rojo deja su puesto a otro verde.

Se sueltan la mano, atraviesan la carretera y, al llegar al otro lado, siguen hablando como lo estaban haciendo hace un minuto.
Paseando, bromeando y riendo. Disfrutando.

Otra tarde más. Una tarde cualquiera.
 

domingo, 10 de mayo de 2015

Work it up!



Cuando empiezas desde cero, debes hacerlo con cuidado.
Midiendo muy bien cada movimiento.
Un gesto brusco o un exceso de ímpetu, y pueden venir las lesiones. Y si éstas son muy graves, pueden ser irreversibles.
Siempre al principio vendrán las agujetas e, incluso, las dudas cuando el esfuerzo que se requiere es muy exigente.
Otras veces ni lo notarás, porque la motivación inhibirá y cegará cualquier otra sensación .
Cuando aumentas la cantidad de tiempo y de intensidad, habrá momentos de dolor, de ganas de tirar la toalla. Pero si crees en lo que haces, te atrae y piensas en lo que puedes llegar a conseguir con ello, todo eso serás capaz de sobrellevarlo y superarlo. Por muy cuesta arriba que se te haga a veces.
Cambia a menudo las rutinas, porque si no, te acostumbrarás a lo de siempre, te acomodarás, y dejarás de desarrollarte. Y, así, acabarás mandándolo todo a la mierda.
Llega un momento en que se llega a convertir en algo adictivo. Que si pierdes un día, sufres la abstinencia del yonki al que se le ha privado de una dosis.
Pero, como todo en esta existencia, no debes permitir que traspase esa línea tan fina, atractiva y atrayente bautizada como obsesión. Eso sólo hará que lleves tu cuerpo y tu mente a extremos que, con toda seguridad acabarán destruyendo todo por lo que has estado trabajando con tanto sacrificio.
Trabájalo. Súdalo. Cuídalo. Crece con ello. Emociónate con cada paso adelante conseguido y utilízalo para seguir avanzando. No te rindas con cada pequeña, o gran, dificultad que tengas que encarar y, úsala para aprender más y hacer mejor las cosas.
Porque el resultado lo merece.

En eso consiste el amor.

Ese supervillano llamado dinero

No. No os equivoquéis. No voy a hablar de lo mal que va nuestro país; de la mierda de clase política que tenemos; de la corrupción que nos rodea como un virus para el que no parece haber cura; o de las tomaduras de pelo a un pueblo al que, cada vez, están tratando de hacer más analfabeto y manejable 'premiándole' con unos sistemas educativos que son como para vomitar encima de ellos (y de los sistemas también).
No.
El rollo va de superhéroes.
Y tampoco de los de verdad. De los que sacrifican su tiempo y sus energías para salvar vidas en aquellos lugares donde hacen falta ( me estoy acordando ahora mismo de la tragedia de Nepal); o de los padres y madres que, con un sueldo (en el mejor de los casos) que sonrojaría a un muerto, son capaces de sacar adelante a una familia de más de dos hijos.
No. De esas cosas hablaré en otro momento, o a lo mejor nunca, según me apetezca.
Para los que no me conocéis de nada, o de muy poco, os confieso sin ningún pudor ni vergüenza, que soy uno de esos miembros orgullosos del club de los frikis, o freaks, que queda mucho más cool, en estos tiempos en que hemos pasado a creer que, decir cuatro palabros sueltos en inglés, es signo de modernidad (qué daño han hecho los 40 principales).
Además me considero un friki de los honestos. De los que, si se compran una camiseta con un logo-dibujo-anagrama-símbolo de algun personaje-serie-película famosos, se saben la historia casi completa (o al menos me molesto en buscarla) que hay detrás de ellos. Chicos y chicas que lleváis esas super camisetas de los Ramones, ¿sabéis todos el nombre de algún miembro de ese grupo punk de los años 70?
Y por eso mismo, en ocasiones, se me puede tachar de muy picajoso con estos temas, pero hay cosas por las que no paso, porque no puedo y porque no me da la gana. Y una de esas cosas es la aberración que están haciendo con la futura nueva película (si es que se puede llamar así) de los Cuatro Fantásticos.
La elección del actor que interpreta a la Antorcha Humana o la aparente incapacidad de llevar a la pantalla de forma digna a uno de los mejores villanos del universo Marvel, deberían bastar como ejemplos, más que elocuentes, de lo que estoy diciendo.
Desde aquel histórico mes de Noviembre de 1961, en el que los míticos Stan Lee y Jack Kirby dieron vida al denominado, desde sus comienzos, como el 'más grande comic de todos los tiempos', la Antorcha Humana se concibió como el hermano menor de la Chica Invisible, ambos de raza caucásica (o sea, blancos) y rubios. Y no hay ningún conflicto de tipo racista en ese concepto. Fueron creados así y punto.
De hecho, existen en la propia Marvel, multitud de ejemplos de personajes de raza negra (Pantera Negra, Power Man, Capa, Mancha Solar,…) que si se hiciera película sobre ellos y se contratase a actores blancos, me indignaría exactamente lo mismo.
Entonces, ¿por qué una Antorcha negra? ¿Qué ocurre con sus lazos familiares con la, entonces,  Chica Invisible? ¿Qué pasa con todo el maldito respeto a la creación de Lee-Kirby?
Por otro lado, está el tema del Dr. Muerte.
Bajo mi limitado punto de vista, no creo que sea tan difícil presentar en pantalla un malo con máscara y armadura que sólo con su presencia sea capaz de hacer que uno se lo haga en los pantalones. Ya se hizo una vez, ¿alguien recuerda a un tal Darth Vader?
Pues no. Es mejor hacer un mono de feria ‘pseudotecnomalote’, que lo único que da es risa y pena.
Y el problema de base de todo esto, para mí, está claro. El que no sabe de lo que habla está condenado a decir tonterías, y eso es lo que pasa con quien posee los derechos cinematográficos de estos mitos del comic. La todopoderosa Fox.
El tenerla más grande (la chequera) no da derecho a maltratar un comic que tiene más de 50 años y, muchísimo menos, a burlarse de todas las generaciones ansiosas por ver cobrar vida a los personajes con los que crecieron y se emocionaron.
Por eso afirmo que, vaya mierda cuando el dinero toma el poder.
Porque hace que los hijos tengan que estar en casa de unos padres putativos que no saben ni cómo son ni les importa.
Porque hace que esos padres bastardos no tengan el suficiente coraje para admitir sin tapujos: no sabemos hacerlo, nos estamos equivocando de cabo a rabo, vamos a devolvérselos a sus padres biológicos, que son los que les conocen bien, donde estarán mucho mejor cuidados y serán mejor tratados.
Porque hace que, incluso en un tema tan intrascendente y banal, como este sobre el que me ha dado por escribir hoy, existan enfados, desigualdades, injusticias y gente que, al final, no es feliz.
Y aquí, amigos míos, hemos venido TODOS a ser felices, le pese a quien le pese.
Nuff said!!

sábado, 9 de mayo de 2015

A modo de inicio



Empezar algo nuevo. 
Siempre me ha resultado la parte más difícil de cualquier aspecto de mi vida. Mi carácter tímido y, en ocasiones, ridículamente inseguro, hacen que me cueste siempre encontrar, de un modo ágil y eficiente, las palabras y/o acciones más atinadas en estos casos. Aunque quizás, precisamente sea ese mi problema: que no es necesario buscar lo más adecuado, sino, simplemente, lo que sale de dentro de uno mismo, lo que surge de las mismísimas entrañas, sin pretender que sea, ni políticamente correcto, ni estructuralmente perfecto.
Precisamente por eso mi alias en este blog: El Aprendiz del Infinito.
Lo elegí porque es lo que me considero a día de hoy. Un ser en constante crecimiento, con necesidad y, por encima de todo, ganas de aprender. Aprender de la vida, aprender de las personas (de las sanas y de las tóxicas), aprender de mis aciertos y, desde luego, de mis (más frecuentes) errores. Aprender a desaprender y así, dejar el ''disco duro'' sobre nuestros hombros con espacio disponible para seguir aprendiendo.
Quiero que este blog me sirva para esto, porque considero que expresar con palabras los pensamientos, sentimientos o percepciones que me generan mis experiencias cotidianas (o no tan cotidianas), revela una perspectiva alternativa que puede ser capaz de dar el golpe sobre la mesa necesario para reaccionar y mantenerse despierto y avanzando.
Aquí escribiré lo que se me ocurra, cuando se me ocurra. Hablaré de música, de cine o de literatura; de viajes y otras culturas; de amor y de no tanto amor; de cosas banales y cosas profundas; escribiré relatos ficiticios, poemas cutres o historias del día a día, o del mes a mes. Porque el pensamiento es libre, las ideas caprichosas y mi fuerza de voluntad para estar escribiendo regularmente, digamos que errática. Y sólo así los que me leais podréis verme como soy, sin disfraces ni máscaras porque, al fin y al cabo, así es como quiero que me recordéis o que me olvidéis.
Dijo Hemingway que para un auténtico escritor, cada libro debería ser un nuevo comienzo en el que él intenta algo que está más allá de su alcance. Creo que este blog quiere ser ese nuevo comienzo para mí. Y si está fuera de mi alcance, razón de más para intentarlo.