martes, 23 de febrero de 2016

Creer, crecer, caer, levantarse, seguir creciendo

Nadie dijo que el camino fuera fácil.

Cuando uno toma la decisión
de sujetar firmemente, de una vez por todas, las riendas de su vida y mirar al frente con una nueva visión;
de entender y explorar la infinita capacidad de nuestras almas a través del crecimiento espiritual;
de identificar y, posteriormente, sanar los asuntos pendientes generados en esta u otras existencias pasadas de nuestro viaje sin fin;
de dejar el Ego (representación de nuestro ser encarnado, finito e imperfecto) de lado y ser simplemente Luz ( representación de nuestro ser esencial, infinito y perfecto) para uno mismo y, sobre todo, para los demás.

Cuando uno entra por este camino, en ocasiones, no se da cuenta que los vicios y aprendizajes que nos han traído a ser lo que somos en este instante, no son nada fáciles de eliminar.

Desarmar para luego reconstruir sobre una nueva superficie es un proceso difícil y largo. Y, a veces, hay sacudidas que hacen que se caigan edificios que creíamos sólidos pero que debemos volver a levantar sin desfallecer ni desesperar.

El hecho de haber avanzado no le deja a uno exento de las eventuales recaídas. Que no por dolorosas, para uno mismo y, lo que es peor, para los que uno quiere, dejan de ser necesarias si uno lo ve con la perspectiva adecuada (no se nos pide nada).

Necesarias para poder asimilar lecciones que necesitamos adquirir. Porque, aunque no nos guste, son parte de ese crecimiento.

Y porque son las que, al final, nos curan. Las que nos hacen ver que hay cosas imperfectas en nosotros a las que aún debemos prestar la debida atención para poder erradicarlas definitivamente y darlas por sanadas para siempre.

Este proceso genera mucho dolor. Porque, si en uno de esos instantes en los que el Ego domina a la Luz que lucha por imponerse, hieres a seres queridos, el sentimiento de culpa incrementa la sensación de fracaso en nuestro viaje.

Sin embargo, aunque parezca imposible de hacer y una locura, es necesario dar un giro radical a la forma de verlo y tomarlo como una oportunidad.

Una oportunidad para saber exactamente dónde aún tenemos que trabajar para lograr seguir avanzando.
Una oportunidad para devolvernos la humildad de no creernos perfectos sólo por el hecho haber escogido el camino que nos llevará a la perfección sino que hay mucho trabajo por delante.
Una oportunidad para llegar a creer en nuestra capacidad de superación y en que podemos llegar a ser, realmente, verdaderos seres de Luz sin sombras. Capaces de ser amados pero, sobre todo de amar.
Una oportunidad para volver a levantarse.
Una oportunidad para aprender.

Y sólo así. Cuando uno ha aprendido de verdad, es cuando se está preparado para ser perdonado, por uno mismo y por los demás, y se está en disposición de emprender una nueva etapa llena de nuevas y mejores experiencias no libres, no obstante, de sus propios retos y dificultades.

Sólo así creceremos de verdad. Sólo así avanzaremos.

Nadie dijo que el camino fuera fácil.


martes, 15 de septiembre de 2015

Palabras

Palabras.
Palabras que sirven para decir mucho o para no decir nada.
Palabras que te llevan, a través de viajes low-cost, a donde quieras.
   Las veces que quieras.
      Sin necesidad de pasaporte.
         Sin restricciones de equipaje.

Palabras que conmueven y que mueven el mundo hacia adelante.
   O también, por desgracia, hacia atrás.

Palabras que te hacen bailar cuando se hacen canción.
Palabras que te hacen vibrar cuando se hacen poesía.

Palabras que susurran la ternura y que gritan la violencia.
Palabras que susurran la mentira y que gritan el amor.

Palabras que se las lleva el viento porque,
muchas veces,
nada ni nadie las puede, ni las debe, contener.

Palabras que hieren.
Palabras que enamoran.
Palabras que llenan.
Palabras vacías.

Palabras.
Palabras.
Palabras.

domingo, 14 de junio de 2015

Buscando

La buscaba por todas las calles que solía frecuentar,
en las cafeterías en las que se pasaba las horas leyendo a sorbos a Salem, Ojeda o Marwan,
en las librerías donde siempre descubría nuevos mundos que conquistar y que le conquistaran.

La buscaba, pero no la encontraba.

La buscaba entre los cojines del sofá en el que se tumbaba a veces,
bajo las sábanas de la cama que la acogía y guardaba sus secretos más felices e inconfesables,
tras las sartenes que se dejaban manipular, serviciales, para cocinar su comida preferida.

La buscaba, pero no la encontraba.

La buscaba en los mensajes de texto guardados,
en los registros del Skype,
en las redes sociales
y hasta en los vídeos de Youtube.

La buscaba, pero no la encontraba.

Por fin, llegó el día en que, cansado y resignado, dejó de buscarla.


Y, ese día,
al abrir los ojos y mirar hacia adelante,

la encontró.

lunes, 8 de junio de 2015

Dentro de lo cotidiano

Un buenos días, princesa y un beso en la mejilla que certifican que no existe un desayuno tan bajo en calorías y que sacie tanto.

Una cama vuelta del revés que demuestra que lo anterior no es del todo cierto.

Un quisiera quedarme así para siempre durante un abrazo donde se han perdido, sin remedio, la fronteras entre ambos cuerpos. Viva metáfora del mundo que queremos y reivindicamos.

Una mirada cómplice que dice más que un millón de citas de Gabo.

Un beso por el que circula más energía , en constante viaje de ida y vuelta, que coches por la M30 en hora punta.

Una frase a dos tiempos, a dos voces, que demuestra la premisa del "alma que habita en dos cuerpos".

Un ¿Qué te pasa. Estás bien? que se podría traducir en nuestro idioma por un si te ocurre algo me voy contigo.

Una sonrisa pícara que derrotaría, en lo que dura el suspiro que provoca, al mismísimo ejército de Esparta.

Una canción en la radio que sintoniza la misma frecuencia en las dos emisoras más importantes del momento: tú y yo.

Un par de copas, en la terraza de un bar, que se van vaciando al mismo ritmo que nuestras preocupaciones.

Una risa espontánea, liberadora y perfectamente sincronizada, como los instrumentos en una banda sonora de Morricone.

Un no quiero que te vayas de ludópatas crónicos. De los que apuestan todo a un número. Siempre al mismo número.




Simplemente, cosas ordinarias capaces de añadir un extra delante del adjetivo cuando el sustantivo es la vida.







jueves, 28 de mayo de 2015

Un día de estos (Para Marwan)

Qué mejor forma de terminar un tremendo recital de poesía de Marwan, que con esta canción que os quiero compartir y que me emocionó un montón.
Disfruté anoche como nunca. Fue todo un placer conocer en persona a esta cantautor madrileño que, además de desbordar talento por todos sus poros, es un cachondo muy simpático y cercano.


Gracias, Marwan, por tu música, por tu poesía y por ser como eres. No dejes de regalarnos esos sentimientos hechos versos.

sábado, 23 de mayo de 2015

Mi Jornada de Reflexión

  Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que yo me declaraba apolítico por vocación y devoción.
  Dicho estatus se debía únicamente a un hecho muy simple: nada de lo que me proponían ninguno de los candidatos, a dirigir nuestros caminos y gestionar nuestros dineros, me convencía lo más mínimo, por lo que, mi interés ante semejante escenario era más bien nulo.

  Ha pasado el tiempo. La sociedad ha cambiado. Yo he cambiado  (y sigo cambiando, porque la vida es cambio y, si no es que estás muerto). Incluso la Iglesia, gracias al Papa Francisco, parece, por fin, estar cambiando. Sin embargo, si nos metemos en arenas políticas, siguen siendo igual de movedizas que siempre y agonizan de muerte por estancamiento.

  Alguno pensará que sí que han cambiado, a peor: corrupción, delitos, engaños,... 
  No nos engañemos. Esto ha sido así siempre. Lo que ocurre es que, en estos tiempos, donde el cuarto poder (que yo me tomo la libertad de generalizar como el de la información, no sólo la prensa), está haciendo todos los méritos para encaramarse al primer lugar del escalafón a golpe de sacar a la luz hechos a los que, hace años, resultaría impensable el tener acceso, lo estamos viendo todo, en ocasiones perplejos, en primera fila de butacas.

  A todo esto, podemos añadir la indolencia y pasotismo con el que se ha gestionado la condena al ostracismo de todos los super talentos que han tenido que dejar sus hogares y su país, para poder sobrevivir en un mundo en el que la demanda siempre supera con creces a la oferta, cuando, a nadie con dos dedos de frente se le escapa que esa gente es la más necesaria, y capacitada, para sacarnos a todoss del horizonte de sucesos donde estamos orbitando, impacientes y temerosos por ver si salimos del agujero negro o caemos irreversiblemente en él.

  Vemos también que, dos de los pilares fundamentales de una sociedad que pueda presumir, orgullosa, de ser avanzada, próspera y evolucionada, como son la sanidad y la educación, son tratados como peones en una partida de ajedrez político en la que su sacrificio no tiene más importancia que la puramenta estratégica para intereses a otros niveles, en los que no se nos incluye a ninguno de nosotros, los ciudadanos de a pie.

  Y muchas otras cosas que revuelven las entrañas al tener la ingenuidad de pensar que la ficción nunca podría superar a la realidad, y sabernos equivocados. 

   El caso es que todo este surrealismo ha obrado el poder mágico de tornar mi indiferencia en puro cabreo.

  Cabreo porque nunca me ha gustado que insulten mi inteligencia mintiéndonos, día sí, día también, a la mismísima jeta. 
  Cabreo porque se creen que, por estar aquí abajo, somos imbéciles o pueden hacer y deshacer con toda impunidad, sin consecuencia alguna.
  Cabreo porque lo que yo lucho, lo que todos luchamos, cada día con nuestro trabajo, lo malgastan de la peor manera posible o lo reinvierten en sus cuentas privadas, que es un buen eufemismo para la realidad de robar.
  Y cabreo porque no me gusta tener miedo por el futuro. Y, ahora, gracias a toda esa gente que está por ahí ,con sus sonrisas de portada de revista barata, sus campañas publicitarias y sus coloridos actos circenses, poniéndose a parir unos a otros, lo tengo. Y mucho.

  Aún así, votaré. sin dudarlo ni un segundo. Porque considero que es la principal vía, de las pocas que tenemos, para pronunciarnos y, además, porque creo que, también, es el argumento número uno para tener la cualificación moral de ejercer el derecho a la protesta en caso de que el resultado nos vuelva a salir rana.  

  Y que Dios nos coja confesados.


viernes, 22 de mayo de 2015

Recuerdos

Recuerdo una mirada
capaz de decir más cosas
que todos los malditos discursos de Castro juntos.

Recuerdo una sonrisa
que, ella sola, así, sin aditivos, podría iluminar
cien ciudades del tamaño de Nueva York.

Recuerdo un parque,
aunque no me preguntéis ni cómo era, ni quién más había allí,
porque sólo teníamos ojos y piel para nosotros.

Recuerdo unas manos entrelazadas,
como si fueran enredaderas trepando sin fin,
mediante nudos marineros imposibles de ser deshechos.

Recuerdo un vacío
que, como un conjuro sin antídoto, siempre nos aparecía
al pronunciar juntas las palabras hasta y mañana.

Recuerdo cientos de fotos en un album,
cada una tomada en un sitio distinto del mundo
pero, siempre con los mismos protagonistas,
como si fuésemos modelos
de un catálogo de una agencia de viajes.

Recuerdo unos besos
que, descubrimos enseguida,
resultaron ser el mecanismo secreto
para que se detuviese el tiempo.  

Recuerdo un te quiero, un te amo y un para siempre,
pero de los de verdad
no de los que duran lo que las promesas de un político.

Recuerdo también unas lágrimas,
pero no eran de tristeza,
sino de alegría por sentir que al corazón
se le quedaba pequeño el pecho
y quería salir a ver mundo.


Pero, si os tengo que ser sincero,
aún espero a que me ocurra todo eso,
ahora que lo recuerdo.