En cada amanecer teñido de fuego
acompañado por la banda sonora
de la brisa a la orilla del mar.
En cada gota de lluvia que se desliza,
en carrera frenética, por el cristal de mi ventana
hasta fundirse en un mar
ansioso por cerrar un ciclo sin fin.
En la sonrisa impagable de un mendigo,
en pleno invierno, al recibir aquel abrigo,
que estaba fuera de moda y fuera de talla,
cuyo destino más probable habría sido
el contenedor de la basura.
En la danza hipnótica y llena de magia
de las auroras boreales y las australes que,
aunque bailen melodías diferentes,
nunca podré decantarme por una de ellas.
En cada una de las estaciones del año
con sus diferentes personalidades y manías,
con su carisma, su encanto
y sus cambios de humor, a veces exasperantes.
En la joven que cede su asiento
a esa señora inclinada
ante el peso de un pasado que ya pesa demasiado
y un presente lleno de bolsas
con los restos de una pensión insuficiente.
En ese paisaje en el que el cielo llora lágrimas emocionadas
al compartir escenario con el Astro Rey que, generoso,
las transforma en un arco de luces multicolor
que sirve, por un momento, como tiara
para su princesa que es la Tierra.
En cada uno de esos lugares te encuentro.
En cada una de esas situaciones te vivo.
En cada uno de esos instantes te amo.
acompañado por la banda sonora
de la brisa a la orilla del mar.
En cada gota de lluvia que se desliza,
en carrera frenética, por el cristal de mi ventana
hasta fundirse en un mar
ansioso por cerrar un ciclo sin fin.
En la sonrisa impagable de un mendigo,
en pleno invierno, al recibir aquel abrigo,
que estaba fuera de moda y fuera de talla,
cuyo destino más probable habría sido
el contenedor de la basura.
En la danza hipnótica y llena de magia
de las auroras boreales y las australes que,
aunque bailen melodías diferentes,
nunca podré decantarme por una de ellas.
En cada una de las estaciones del año
con sus diferentes personalidades y manías,
con su carisma, su encanto
y sus cambios de humor, a veces exasperantes.
En la joven que cede su asiento
a esa señora inclinada
ante el peso de un pasado que ya pesa demasiado
y un presente lleno de bolsas
con los restos de una pensión insuficiente.
En ese paisaje en el que el cielo llora lágrimas emocionadas
al compartir escenario con el Astro Rey que, generoso,
las transforma en un arco de luces multicolor
que sirve, por un momento, como tiara
para su princesa que es la Tierra.
En cada uno de esos lugares te encuentro.
En cada una de esas situaciones te vivo.
En cada uno de esos instantes te amo.
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